Por Redacción:
-Programa impulsado por la Presidenta Claudia Sheinbaum: “llegaremos a todos los rincones de México” es la misión.
-Con disciplina, el delegado Iván Hernández Díaz recorre el estado, acompañando a brigadas de salud que atienden a todos los guerrerenses
En la Costa Chica de Guerrero, donde los caminos de terracería parecen interminables y la distancia se mide en horas, la enfermera Micaela Saturnino Onofre, de 32 años, ha encontrado su verdadera vocación: llevar salud, acompañamiento y esperanza directamente a los hogares más alejados gracias al programa federal Salud Casa por Casa.
Micaela recuerda cómo una adulta mayor en estado de postración la recibió con lágrimas en los ojos. “Nunca me habían hecho lo que usted me está haciendo ahorita, nunca me habían movido mis pies”, le confesó la mujer mientras la abrazaba con nostalgia. Tras varias visitas y con orientación a su familia, la paciente mostró avances. Para Micaela, estos momentos son una confirmación: “Por algo estoy aquí, porque este trabajo lo hacemos con cariño y con amor. Es muy bonito darles una esperanza de vida y sentir el agradecimiento en cada mirada”.
Su labor diaria no es sencilla. A menudo enfrenta caminos largos y difíciles, pero la recompensa llega en cada puerta que se abre con un saludo, una sonrisa y la confianza de quienes habían vivido en el abandono. “La enfermería es vocación. Si no lo haces con amor, no funciona. Aquí no solo atendemos enfermedades, también acompañamos soledades y devolvemos alegría a quienes ya se sentían olvidados”, comparte.
El programa Salud Casa por Casa, impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha encontrado en mujeres como Micaela el corazón que lo hace posible. Su testimonio refleja la esencia de este modelo de justicia social que reconoce la dignidad de cada persona, sin importar qué tan lejos viva.
Detrás de este esfuerzo está también la coordinación del delegado de Bienestar en Guerrero, *Iván Hernández Díaz*, quien ha respaldado y acompañado a las brigadas con disciplina y cercanía, asegurando que los beneficios de los programas sociales lleguen hasta los rincones más apartados.
Con historias como la de Micaela, Guerrero se convierte en ejemplo nacional de que la salud puede y debe ser un derecho que se toca en la puerta de cada hogar, transformando la vida de quienes más lo necesitan.